lunes, 22 de septiembre de 2008

El Turismo Rural: fuente de ingresos IRREGULARES






Todo el mundo está convencido de la bondad del Turismo Rural.


Quién no ha oído a políticos, artistas, diseñadores, modelos, periodistas, toreros, futbolistas, famosos, deportistas, prensa rosa, amarilla ó granate hablar bien de los magníficos alojamientos R U R A L E S que están diseminados por la ancha geografía nacional.


Cúal de ellos no ha estado en ese pueblecito de ensueño pasando unos días desconectados de la urbe, conviviendo con gentes sencillas de corazón rebosante de cosas buenas que dedican parte del escaso tiempo que les deja sus innnumerables ocupaciones agrícolas y ganaderas a dirijir un E S T A B L E C I M I E N T O de los denominados R U R A L E S por estar precisamente en ese medio.
Cuántas veces se ha apoyado a los emprendedores que quieren aportar su proyecto a esa bolsa de casas, albergues, hoteles, complejos, cuevas, cortijos, o cómo quieran denominarlo en su comunidad pero siempre con el apellido R U R A L.

Cuánta normativa ha nacido del seno de la soberanía popular, de los parlamentos autonómicos, de los plenos de las corporaciones locales, de las direcciones generales de turismo.

Cuántas horas han dedicado los técnicos de las administraciones competentes, sufragadas con los impuestos del contribuyente, a elaborar normativas que incluyan las distintas tipologías de alojamientos R U R A L E S, para regular una actividad de interés público y sacar de la economía sumergida a aquellos que no tienen una visión colectiva de los recursos de la comunidad y de las otras tantas veces mencionadas sinergias productivas.

Cuántas horas de su tiempo y dinero propio o de la comunidad han dedicado e invertido los amantes del turismo rural que desde las administraciones, empresas privadas, asociaciones, particulares, han promovido esta forma de conocer el interior de España y fomentar valores como la naturaleza, el medio ambiente, la vida sana, los deportes de montaña a través de jornadas divulgativas, encuentros, degustaciones, ferias, muestras, folletos, publicaciones, campañas televisivas y periódicos de todo ámbito.

Quién no conoce a alguien que tenía una casita en el pueblo o la ha comprado para hacer de ella su medio de vida, volviendo de la ciudad al campo, de la industrialización a lo primario, de la ajetreada vida de las ciudades al tedio deseado del pueblo pequeño con pocos recursos que se ve revitalizado con los nuevos o antiguos propietarios promotores de un proyecto de T U R I S M O R U R A L.

Cuánta energía se ha empleado en conseguir todo lo anterior, cuántos han dejado la piel y el pellejo en el camino, qué beneficios han tenido todos los que rodean a estas actividades de alojamiento, y digo T O D O S

Qué habría sido de muchos de los pueblos del interior en los que la agricultura dejó hace 30 años de ser el medio de vida, pueblos en los que se cerraron las fábricas familiares, en los que la emigración hizo mella y donde la media de edad de la población pasó a ser superior a la cuarentena.

¿Qué habría sido de esos pueblecitos sin la aportación del Turismo Rural?


Probablemente nadie, a pesar de las estadísticas y cálculos que se publican,pueda cuantificar de forma total y en cifras la aportación de este sector a la sociedad.

Por tanto parece clara la influencia positiva de todo lo que rodea a los alojamientos en el medio rural, como también está claro que el beneficio de tanto esfuerzo repercute y llega a toda la sociedad de forma más o menos directa.

Es la sociedad por tanto, la que a través de sus organizaciones a nivel administrativo, político o social ha dictado sus preferencias y ha comprendido que la alternativa en el campo, en lo rural a la producción y a la revolución tecnológica de las ciudades pasa por esta forma de conservación y explotación de los recursos naturales, pasisajísticos, culturales o monumentales.


Parecería lógico que quién ha contribuido a crear, fomentar, promover y apoyar ese tejido productivo respetuoso con el medio ambiente y que se instala sin graves daños al paisaje y al paisanaje, dedique parte de su esfuerzo a controlar, inspeccionar, expedientar y sancionar a aquellos que, al calor del dinero fácil y de forma ilegal en todos los aspectos pretende aprovecharse de la promoción hecha por todos los estamentos para poner en el mismo mercado al que acuden los "profesionales" sus subproductos turísticos.

Esos que de espaldas a la sociedad, blanqueando muchas veces capitales de dudosa procedencia y sin ningún escrúpulo ni vergüenza construyen o reforman (no podemos llamar REHABILITACIÓN a revestir una nave de pollos, por ejemplo, tabicarla y hacer 14 habitaculos o parideras), sin rigor ni criterios técnicos, sin licencias ni milongas, las casas, naves, cuadras o complejos varios que han comprado o heredado y que posteriormente bautizan con algún nombre sonoro y que apellidan como RURALES.







Después estos "empresarios" o sus "gestores" que de todo hay, gracias a otros FENÓMENOS de la cosa informática que, viendo la infinidad de propietarios dispuestos a dejarse unos euros en promocionar su "alojamiento" están haciendose "de oro", se dedican a colgar EN TODOS LOS PORTALES DE INTERNET que no filtran ni falta que les hace, sus creaciones turísticas con todo lujo de detalles y actividades complementarias.

Estos boicoteadores y aves de rapiña, amparados muchas veces por la desidia de la maquinaria administrativa o por políticos con una idea clara y diáfana del "este toro que lo toree otro", además de no contribuir ni participar de las reglas del juego, destruyen el medio ambiente, afectándo al futuro de toda la comunidad y sembrando la duda que facilita el camino a otros como ellos.


Si el mandato de la sociedad se desoye está en peligro la propia sociedad, las reglas están para que las cumplamos todos y los encargados de tutelar esa vigilancia deben asumir su responsabilidad, impulsados por el clamor de los que están del lado de la ley y sus organizaciones.


Ahora parece que ha llegado "la madre de todas las crisis" y según muchas de las federaciones de asociaciones de esta materia van a quedar los más fuertes, pues desaparecen más alojamientos de los que se crean.

Esto no debe ser justificación para que la labor inspectora y de denuncia se detenga, precisamente en épocas de bajas ocupaciones tener enfrente a los jetas de turno regalando habitaciones a troche y moche no es el mejor escenario para remontar el vuelo.

Que cada palo aguante su vela, que a los que se han apuntado a los beneficios se les haga ver la otra cara de la moneda, que todos los agentes que han impulsado esta forma de vida no escatimen esfuerzos a la hora de defender a los que hemos luchado por ofrecer un producto legal conforme a lo que se ha consensuado en los parlamentos y demás jerarquías políticas.